Chile, a un año del estallido: La protesta social persiste en las calles
Miles de chilenos se preparan para conmemorar el aniversario del inicio de la crisis social que terminó con el espejismo de la falsa prosperidad de un país que era puesto como ejemplo de exitoso modelo económico por los defensores del neoliberalismo, y que la próxima semana decidirá si deja atrás [supuestamente], o no, la Constitución heredada por la dictadura de Augusto Pinochet.
A pesar de las permanentes represiones de Carabineros en las calles, las redes sociales están colmadas de convocatorias para manifestarse el próximo domingo con el fin de recordar ese 18 de octubre de 2019, cuando un inédito y masivo cacerolazo cambió la historia de Chile.
Al igual que aquel día, el punto central de la protesta será la Plaza Italia que, desde hace un año, los manifestantes rebautizaron como la Plaza Dignidad. El régimen, mientras tanto, ya anunció un operativo con más de 40.000 represores.
El fuego de un cóctel molotov estalla frente a la policía en Santiago de Chile. 10 de octubre de 2020.
La tensión social es evidente, y combina la expectativa y movilización política rumbo al plebiscito del próximo 25 de octubre con la escasa popularidad del régimen de Sebastián Piñera, las restricciones de movilidad que rigen por la pandemia de coronavirus y los frecuentes episodios de violencia en los que está involucrado Carabineros.
En las últimas semanas, esta fuerza policial volvió a protagonizar escándalos por el uso indiscriminado de balas de gomas, gases lacrimógenos o chorros de agua en contra de manifestantes en las recurrentes protestas sociales. Uno de los casos que causó mayor conmoción fue el de un efectivo que arrojó a un adolescente desde un puente durante la represión (https://lahaine.org/dH7m).
A ello se le sumó un informe que AI publicó esta semana y en el que acusó a Carabineros de haber cometido innumerables violaciones a los DDHH durante las protestas multitudinarias, realizadas del 18 de octubre al 30 de noviembre del año pasado.
Lesiones, tortura, violaciones…
El informe señaló que, en ese periodo de protesta social, más de 12.500 personas tuvieron que ser llevadas a urgencias médicas y por lo menos 347 sufrieron graves lesiones oculares por los balines que dispararon a los ojos los carabineros.
Según datos de la Fiscalía Nacional, hubo 5.558 víctimas de violencia institucional, ya fuera por heridas de armas de fuego o lesiones graves. Entre ellas, niños, niñas y adolescentes (seguramente fueron muchos más). Y los carabineros fueron señalados como responsables en 4.170 denuncias.
Los policías también fueron acusados por 246 víctimas que sufrieron violencia sexual, de las cuales seis denunciaron penetración sexual con un objeto; dos, violación sexual, y una violación múltiple, además de que están en marcha otras 134 investigaciones por tortura y 4.158 por apremios ilegítimos y malos tratos.
El organismo recabó denuncias por torturas, malos tratos, violencia sexual y detenciones arbitrarias masivas en protestas que dejaron un saldo de al menos 26 muertos y más de 5.000 heridos.
El germen del estallido
El aumento del precio del boleto del metro en Santiago, que las autoridades trataron de imponer el año pasado, fue la gota que colmó el vaso del malestar ciudadano y provocó una revuelta social impensada que afectó por completo al régimen de Piñera.
Las protestas comenzaron el 7 de octubre, cuando miles de jóvenes se organizaron para saltarse los torniquetes del metro en señal de repudio al incremento, pero la presión social fue creciendo con el paso de los días en medio de las violentas y habituales represiones policiales.
El 18 de octubre, para evitar que los manifestantes siguieran evadiendo el pago del billete, el régimen paralizó por completo el servicio del metro. Apostaron a que la ciudadanía se enojaría con los jóvenes pero, en lugar de eso, se unieron a ellos en un cacerolazo que sorprendió por su magnitud.
Más de un millón de personas salieron a demostrar que el publicitado «modelo chileno» estaba basado en la desigualdad, en un 5 % de la población que se apropia de más del 50 % de la riqueza, mientras más de la mitad de los trabajadores apenas si pueden mantenerse.
El hastío no estalló sólo por el aumento del boleto. «No son 30 pesos, son 30 años», resumió uno de los lemas que se popularizaron en las marchas, en las que se recordó que el propio presidente era uno de los hombres más ricos del país.
Desde entonces las protestas no pararon, ni siquiera cuando Piñera decretó el estado de emergencia y el toque de queda. Ni con las represiones de Carabineros. Ni cuando el régimen dio marcha atrás con el aumento.
Las movilizaciones concitaron la atención mundial y lograron que el 15 de noviembre el Senado aprobara la realización de un plebiscito para reformar una Constitución que fue emitida en 1980, durante el régimen de Augusto Pinochet. Es decir, una Constitución de la dictadura que quedó vigente en la supuesta democracia.
Entonces, se fijó el 26 de abril de 2020 como la fecha en que la sociedad chilena decidiría si quería una nueva Constitución y, en caso de que así fuera, qué órgano debería redactarla. Lo que no se va a votar es cuáles serán sus ejes rectores. No se puede permitir que el pueblo decida eso.
Actualidad RT / La Haine
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LasTesis lanzaron al mar la Constitución de Pinochet
«Sin libertad, sin igualdad, no hay derechos ni dignidad. Regresa por donde viniste, hoy hundimos el miedo», enunció el colectivo feminista chileno LasTesis en el puerto de Valparaíso. Junto a un grupo de mujeres, todas vestidas de negro, realizaron una nueva performance: un “conjuro” para terminar con la Constitución redactada por el dictador Augusto Pinochet que todavía está vigente luego de 30 años de democracia. En diez días se hará un plebiscito en Chile para votar una nueva Carta Magna.
«Lanzamos al mar la Constitución con la idea de que se vayan por donde vinieron todas estas tradiciones patriarcales, neoliberales, colonialistas», dijo Sibila Sotomayor, una de las cuatro integrantes de LasTesis, el grupo que ideó la canción y performance que recorrió el mundo: “Un violador en tu camino”.
En el Muelle Prat de Valparaíso, a 100 kilómetros de Santiago, las mujeres pusieron copias de la actual Constitución en una barca a la que despidieron entre cánticos. En las tapas de las Cartas Magnas, las personas escribieron qué cosas querían cambiar en el próximo plebiscito: «Patriarcado», «Abusos sexuales», «Impunidad», decían algunos de los mensajes.
La reforma de la Constitución
La reforma constitucional es la forma en la que el presidente Sebastián Piñera pretende apaciguar las protestas sociales que estallaron hace un año en Chile. En el referéndum, el pueblo chileno podrá «aprobar» o «rechazar» la redacción de un nuevo texto de la Constitución que reemplace a la actual, reformada más de 40 veces pero considerada como el origen de las desigualdades del país por su texto neoliberal.
«No hay más opción, o la nueva Constitución es con nosotras o no será», aseguró Paula Sepúlveda, otra de las feministas presentes en la marcha.
También en Valparaíso, hace casi un año y al calor de las protestas, el colectivo LasTesis hizo la performance “Un violador en tu camino” por primera vez (https://lahaine.org/cO9y).
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